Hasta comprar bragas usadas de Toamía llegué, mi madura infiel, pero solo por una vez, nada más conocerla. Luego ella misma, me rogaba regalármelas, para ensuciar tangas y bragas, y para que se las pidiera yo. La dominaba y mandaba, porque era «TOAMIA». Se excitaba ensuciando, cuando emanaba y chorreaba pensando en mi polla, no en la de su marido. Porque sus bragas eran flor de otoño, rosas de primavera y abedul con hojas, fiestas para follar. ¡Sí! esa palabra tan poco usada y tan deseada. Solo nos importa una cosa, ¡FOLLAR! Ella misma me lo decía por chat:

• ¿Sí?, ¿eso crees Toamía? -le preguntaba.
• Y tanto cariño, lo más importante en esta vida es follar y darle a la «manola». Darle duro.
• Podías ser menos ordinaria, ¿no?, cortarte un poquito ¡qué estás casada! Eso que lo diga yo… un tío con menos futuro que un operario de linea, pero tú, casada y respetada….
• Tonterías… contigo he aprendido más que con el pichafloja de mi marido, no vale para nada, solo para amargarme la vida, cariño…, me estoy empezando a encaprichar de ti y mucho -me decía escribiendo.
• Vaya, me alegro, si tu conejo sonríe, yo me río, como la vaca…
• Qué gracioso eres… ¡tengo unas ganas de verte otra vez! Lo del coche me supo a poco sabes… – me dice con toda la picardía del mundo.
• Bueno no estuvo mal, tienes el culo más grande que he visto en directo, VAYA CULAZO. ¿Cómo tu marido no lo empotra a diario?
• Pues ya ves, mi machito de oro, a él le haré comprar bragas usadas por ti, enguarradas por nosotros, por nuestro vicio. Lo tiene merecido, mi chochito está de nuevo virgen, sin usar, con más telarañas que la casa de Drácula y para eso estás tú, para desatascarlo. NO quiero perder más años.
• Bueno, conmigo ya sabes que no hay tiempo de descuento, no hay minutos de basura, ni tiempo añadido. Yo aprovecho todo lo que me llega, AQUÍ Y AHORA. Así que quiero quedar otra vez y darte duro a cuatro patas, en el backseat de mi coche.. uf.. en el asiento de atrás, ¿entiendes mi zorrita?
• Y tanto, ¿aún tienes mis bragas usadas que te di? Las rositas, las arco iris.. -me dice expectante.
• ¿Tú qué crees?
• Que sí….
• Pues aciertas de lleno -le confirmo- las tengo en mi cajón de mi habitación, me he corrido varias veces en ellas, y las que quedan… las tendré que limpiar, ¿no crees?
• No, tráemelas por favor la próxima vez… quiero olerlas -me dice la muy guarra.
• Cada día eres más guarra y cerda, no sé que voy a hacer contigo… -le digo
• Pues FOLLARME y llevarme a mi establo…
• También tienes razón, ¿y luego cuando te dé tus bragas sucias llenas de mi leche, qué harás con ellas?

Su marido para comprar bragas usadas

Y me dijo su fantasía, que no era otra que vendérselas al cornudo, para que él se dedique a comprar bragas usadas a su hotwife. Unas bragas manchadas de flujo y lefadas por mí leche condensada. No solo me rogaba que me corriera en sus tangas sucios, si no que encima, le haría comprarlas a su esposo. Lo cierto es que mi polla era la nariz de Pinocho, ¡qué digo la nariz de Pinocho!, ¡era la pata de una mesa!: dominar a la mujer y al marido juntos. A ella me la follo y él lo huele.

A veces me sabía a poco esta madura que había conocido por chat maduras, que me enviaba fotos caseras sin pedirlas, con sus tetazas XXL, ya sobadas por el tiempo y caídas a su antojo. Tetas caidas de madura, mi fantasía hecha realidad. Ya me la había trincado unas cuantas veces en el asiento de atrás de mi coche. Pero quería más. No me conformaba con solo eso. Eso no era nada. Era solo verla cuando la recogía en coche, casi siempre en la mismo sitio, y mi polla marcaba las doce en «punuto». Del chat a mi perdición. Mi locura por las tetonas, por el sexo telefonico tetonas y españolas. Porque hasta eso lo practicábamos. El sexo telefónico casero.

Una locura de madura, que la conocí por internet. Y luego dicen que no se aprende en internet, que es malo… sí, una polla… Una madurita casada que me dio luego su Whatsapp, que su marido es un cornudo, y que lo sigue siendo hoy. Que no hace más que comprar bragas usadas por nosotros, y lefada por mí. En fin, aquí algunas de las fotos de Toamia que me envía por Whatsapp, un chochito más que sucio.